Capítulo 95
Diego nunca volvería a escucharla.
...
En la sala de estar.
La luz seguía encendida.
Lucía observaba a Carlos jugar alegremente y se sentía de buen ánimo. Su mirada se desvió hacia el dormitorio de Diego.
Pretendiendo preocupación, preguntó: —Parece que Diego no está de buen humor, Sergio, ¿por qué no vas a ver qué le pasa?
Sergio respondió sin pensarlo: —No hace falta.
Lucía frunció el ceño y, apoyando su rostro en una mano, observó a Sergio.
Anteriormente, ella era directa con Diego, mostrándole un rostro desagradable.
Ahora, parecía...
Que realmente había estado equivocada.
La sonrisa en el rostro de Lucía se intensificó.
Como hoy, cuando dijeron que comprarían algo para Diego, pero en cuanto llegaron a casa, Carlos quería jugar.
Entonces, Diego tenía que ceder el juguete a Carlos; de lo contrario, Sergio intervenía para mantener la armonía en casa, regañando a Diego si era necesario.
—Papá. —Dijo Carlos, ya somnoliento pero aún aferrado al juguete. —Quiero
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