Capítulo 93
La voz de Víctor era profunda, añadiendo un toque de solidez seductora en la quietud de la noche.
Asentí: —Está bien.
...
Regresando a la habitación, Andrea me vio y susurró: —Ella siempre hace esto.
—Siempre viene a buscarme para charlar cuando estoy durmiendo.
—No puedo hablar, y ella me insulta, me llama la pequeña muda...
Las palabras de Andrea se llenaron de más y más tristeza: —También dice que soy una carga, que si no fuera por mí, papá ya habría encontrado esposa.
Las lágrimas de Andrea caían en grandes gotas.
Con suavidad, le limpié las lágrimas: —Papá no quiere casarse solo porque no quiere hacerlo.
Andrea me miró fijamente: —¿En serio?
—Por supuesto. —La tranquilicé con una sonrisa. —Cuando encuentre a alguien que realmente le guste, seguro que será el primero en querer casarse.
—Así que no es tu culpa, ¿entiendes?
Andrea asintió.
Tomé un libro de cuentos y continué leyéndole.
Tal vez porque la historia era muy buena, o quizás porque el peso que llevaba en
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