Capítulo 80
Tan pronto como terminé de hablar.
Las lágrimas en los ojos de Diego cayeron pesadamente al suelo.
Gritó con voz aguda: —¡No!
—¡Tú no eres la madre de Andrea!
—¡Tú eres mi madre!
Diego, diciendo esto, comenzó a caminar hacia mí.
Miré su rostro compungido, pero en mi mente, incontrolablemente, apareció la imagen de él diciendo cuánto le gustaba Lucia y queriendo que ella fuera su madre.
No solo no sentía simpatía por él.
Incluso lo encontraba algo ridículo: —Diego, debes asumir la responsabilidad de tus elecciones.
—Ya que has elegido no quererme a mí y tener a Lucia como tu madre.
—Entonces...
—Sea como sea que ella te trate, fue tu elección, y debes soportar las consecuencias.
Diego lloró aún más fuerte: —No, todavía soy un niño...
Negó con la cabeza: —¡No sabía cuáles serían las consecuencias antes de tomar la decisión!
—Tú eres mi madre. ¡Deberías perdonarme incondicionalmente!
Miré su comportamiento terco y entendí que, no importa lo que dijera, no me escucharía.
Entonces me acerq
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