Capítulo 49
—No quiero escucharlo.
Dijo Andrea mientras yo levantaba la mirada.
Allí estaba Carlos, el hijo de Lucía, de pie en la parte superior del tobogán, mirándome fijamente.
La expresión de Carlos carecía de la inocencia típica de la amistad; en su lugar, mostraba una madurez completamente inapropiada para su edad.
Impregnada de desprecio hacia mí.
Originalmente, había planeado mantenerme a distancia de ellos.
Aparte de buscar pruebas para exponer la verdadera naturaleza de Lucía, no pretendía tener más contacto.
Pero ellos se acercaron por iniciativa propia.
Quizás porque antes, cuando me provocaban y acosaban, yo siempre aguantaba...
Parecían creer que era fácil intimidarme.
Incluso llegaron a molestar a Andrea.
¡Ja!
Si no reaccionaba...
Probablemente continuarían abusando de la situación.
Oculté la frialdad en mi rostro y le dije a Andrea con dulzura: —Pero si te retiras cuando otros vienen a buscarte problemas...
—Solo conseguirás que te intimiden aún más, ¿entiendes?
Andrea, obviament
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