Capítulo 305 De rodillas
Al mirar de nuevo, él simplemente está allí sentado, inmóvil.
Isidora reprende: —¡No golpees a nadie hasta que no hayamos aclarado las cosas!
Lucía respira con dificultad, su cabello está ligeramente desordenado y sus ojos están inyectados de sangre; es evidente que no ha dormido en toda la noche, preocupada por su hijo.
Isidora dice: —Una vez que todo esté claro, yo me encargaré de los arreglos.
Estas palabras no solo están dirigidas a Lucía, sino que también son una advertencia para Silvia.
Inés se levanta y abraza los hombros de Lucía, hablando en voz baja y suave: —Señora Lucía, no se preocupe por ahora, la señorita Silvia ya está aquí, vamos a aclarar las cosas. Si realmente fue la señorita Silvia quien hizo esto, el presidente Ángel no se quedará de brazos cruzados.
Silvia, en su interior, se pregunta con ansia: ¿Ángel no está simplemente observando sin hacer nada?
Lucía aprieta los puños, furiosa y llena de resentimiento: —Bien, entonces aclaremos esto primero. Señorita Silvia,
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