Capítulo 294 La confesión de Eduardo
La celebración del mes completo de la familia Lazcano se llevó a cabo en su residencia, iluminando toda la villa, tanto por dentro como por fuera.
Silvia y Eduardo salieron del salón de banquetes hacia el jardín. Eduardo, notando que el viento soplaba con fuerza y preocupado por que Silvia, vestida únicamente con su traje de gala, pudiera resfriarse, le sugirió: —Ya has saludado a la señora Isidora, podríamos irnos. Te acompaño a casa.
Silvia negó con la cabeza: —Esperemos un poco más, la cena todavía no alcanza su mitad.
Aunque probablemente nadie notaría su ausencia en ese instante, Silvia prefería actuar con total cortesía y sin dejar cabos sueltos que pudieran ser objeto de crítica.
Acto seguido, Eduardo le ajustó el abrigo que ella llevaba y se colocó de tal manera que bloqueara el viento por ella.
Luego bajó la mirada hacia su rostro, apenas visible bajo el maquillaje, y le preguntó en voz baja: —Pareces muy cansada, ¿es el trabajo el que te mantiene tan ocupada?
—Acabo de incorp
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