Capítulo 25: Subiendo al coche equivocado
Después de firmar, Silvia, con el contrato en una mano y sosteniendo a Laura, quien apenas podía caminar, salió del compartimiento junto con Mateo.
Mateo miraba de un lado a otro en el pasillo, pero al no ver a Ángel, se rascó la cabeza y preguntó: —¿Están bien tú y tu amiga?
—No hay problema, gracias señor Mateo,— respondió Silvia sinceramente, aunque las últimas dos copas que había bebido a la fuerza le habían pesado, aún así pudo sobrellevarlo, y Mateo ciertamente la había ayudado.
Era la primera vez que Mateo veía a Silvia mirarlo con una sinceridad tan profunda, y se sintió ligeramente avergonzado, mostrando una brillante sonrisa: —No es nada, no es nada, mientras consideres seriamente trabajar en lo mío, todo está bien.
Silvia aseguró que definitivamente lo haría.
Después de rechazar cortésmente la oferta de Mateo de llevarlas a casa, Silvia salió primero, apoyando a Laura.
Mateo sintió la satisfacción de haber hecho una buena obra y regresó alegremente a su propio compartimi
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