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Capítulo 226 Llevándote a ver cosas interesantes

Eduardo había enviado los datos recolectados en el Monte de los Albaricoques a Silvia, quien al día siguiente, mientras recibía un suero intravenoso, los organizó. Aunque su mano lastimada ya se movía con cierta soltura y su eficiencia era razonable, se sumergía en el trabajo olvidándose de todo lo demás. Al terminar, notó que la bolsa del suero estaba vacía, y una enfermera acudió a retirar la aguja. Silvia observó el nombre del medicamento en la bolsa del suero, distinto al que le administraron dos días antes, y discretamente tomó una foto con su móvil. Durante el almuerzo, Eduardo le comunicó que no podría regresar para llevarle la comida y aunque había considerado pedirle a alguien más, Silvia, capaz de cuidarse sola, decidió bajar a comer por su cuenta para no incomodarlo. Ya al mediodía, Silvia se estiró con pereza, bajó de la cama, se abrigó y se dispuso a buscar algo de comer. Ángel levantó la vista del ordenador y comentó: —Tráeme algo también. Como agradecimiento, esta tarde

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