Capítulo 200 ¿Quién se atreve a decir que se equivoca?
Silvia, fuera de control, apretaba la tela del suéter del hombre que tenía frente a sí.
Ángel bajó la mirada y la observó. En ese momento, parecía que ella confiaba en él. Luego, miró a Ricardo y dijo: —¿María? Señor Ricardo, debe estar confundido. Ella es mi secretaria.
Ricardo sonrió siniestramente: —¿Imposible? Ella es María. No me equivoco.
Ángel sonrió ligeramente: —¿Está diciendo que yo me equivoqué?
Aunque su tono no era fuerte, Ángel emanaba una presencia intimidante. El simple hecho de estar de pie allí era suficiente para que nadie se atreviera a ofenderlo.
Esta autoridad provenía de la riqueza y el poder acumulados por generaciones de la familia Pérez, del dominio del Grupo Iberia en el mercado y de la habilidad de Ángel para tomar decisiones en el mundo de los negocios desde muy joven.
Su indiferencia y arrogancia estaban bien fundamentadas.
Así que, cuando él afirmaba que no estaba equivocado, ¿se atrevería Ricardo a contradecirlo?
El rostro de Ricardo se torció de disg
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