Capítulo 196 Drogada con una sustancia que induce el deseo
El hombre bajo y robusto, junto con el hombre alto y delgado, estaban fumando en la puerta. El alto dijo: —Quédate aquí vigilándola, voy a buscar a Ricardo. No la pierdas de vista, ¡ni se te ocurra dejar que escape!
El robusto se mostró indiferente: —Jeje, ¿una mujer? ¿Cómo va a escaparse? Además, ¡está drogada! ¡Ahora debe tener las piernas tan débiles que no puede ni caminar!
—¿No le diste solo un sedante?
—Esa noche en el bosque no pudimos terminar lo que empezamos. Me quedé con ganas.
—¿Le diste una droga que induce el deseo?
—¡Sí! Ahora vete, cuando regreses, entramos juntos. Ricardo no dijo que no pudiéramos tocarla. ¡Vamos a divertirnos un rato antes de llevarla!
El alto se acarició la barbilla y se fue apresuradamente. El bajo, ansioso por poseerla, ya estaba fantaseando con la sensación del éxito.
De repente, escuchó el sonido de sillas y mesas cayendo dentro de la habitación. Sin pensarlo, abrió la puerta de inmediato.
Dentro, solo encontró la cuerda esparcida por el suelo. ¡
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