Capítulo 168 La pareja del amigo
Silvia se apresuró a explicar: —Profesor Eduardo, no me malinterprete, yo no...
—No quiero escuchar.
Eduardo se hizo el desentendido: —De todas formas, así lo veo. Si la compañera Silvia tiene otra opinión, después de que termine con los asuntos del laboratorio, te recojo en Ciudad de Estrellas y lo debatimos bien.
Qué compañera Silvia ni qué nada, ella ni siquiera era su alumna... Silvia sintió que era difícil defenderse.
Eduardo añadió: —Ya es tarde, descansa. Cuelgo.
Y colgó el teléfono, dejándola sin poder replicar.
Eduardo abrió la puerta del balcón, agarró la regadera y comenzó a regar algunas macetas de hojas de menta, con un ánimo como nunca antes había sentido.
Recordó aquel día en la universidad, durante el recreo, cuando escuchó por casualidad a unos estudiantes riéndose: —Diego, tu novia es tan guapa, ¿por qué no podemos mirarla...?
Eduardo no pudo evitar reírse.
Estaba a punto de competir por la pareja de su amigo... pero era culpa de alguien más que hasta ahora no había a
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