Capítulo 15
Cuando María llegó a casa, ya era de madrugada.
Vio que la luz del cuarto de Rosa aún estaba encendida, así que decidió llamar a la puerta.
Unos segundos después, la puerta se abrió revelando dos rostros.
—¡Mamá!
—Tía María.
Eran ya las doce, y sorprendentemente, Isabel, que normalmente se duerme después de cenar, aún estaba despierta.
—Isabel, ¿por qué no te has ido a dormir? ¿Estás aquí molestando a Rosa?
Isabel puchereó y abrió grandes sus ojos inocentes.
—Rosa quería mostrarme fotos de cuando era pequeña y también algunos dibujos que hizo. Creo que Rosa dibuja muy bien, me quedé mirándolos y olvidé la hora.
Al oír a Isabel, María también se interesó y se unió a ellas para admirar los dibujos.
Aunque no era una experta, María pudo reconocer el talento natural de Rosa con solo una mirada, y no pudo evitar maravillarse.
—Rosa, ¿cuántos años has estado estudiando pintura? Dibujas tan bien, ¿has pensado en hacerlo profesionalmente?
Rosa sabía que si decía que sí,
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