Capítulo 13
Elena extrajo aquel móvil del cubo de basura, y el rostro de Hugo se ensombreció instantáneamente.
Nadie conocía mejor que él el carácter de Rosa.
Si ella decía que lo dejaría todo atrás, sin duda lo haría.
No importaba que fuera él, Hugo, o los padres de Rosa, ya no había oportunidad de reconciliación.
Aquel corazón, que todavía albergaba una pequeña esperanza, se sumió en un silencio absoluto en ese instante.
En el aeropuerto, la gente iba y venía; algunos se marchaban juntos, otros se despedían con la mano.
Él, solo, de pie e inmóvil en medio de la multitud, no sabía hacia dónde dirigirse.
¿Volver? No se resignaba.
¿Ir a verla? Temía escuchar de sus labios esa palabra: rendirse.
Permanecer o no, verla o no, dilemas que le impedían decidir.
Elena, sin conocer los pensamientos que lo atormentaban, tras recibir el número que Lucía había encontrado, hizo la llamada directamente:
—¿Hola? ¿Señora María? Buenos días, aquí habla la central de Grupo Torres. Nos gustar
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