Isabelle aún no podía perdonarle lo que había hecho anoche. Sentía que él había violado cruelmente su intimidad al enterarse de su oscuro y humillante pasado.
Se sentía muy humillada, y no podía superar la vergüenza.
Cedar subió las escaleras después de salir de la cocina. Cuando volvió a bajar, llevaba una chaqueta negra de plumón con un suéter blanco de cuello alto por dentro. No se peinó el flequillo y dejó que se quedara sobre su frente. Parecía un adolescente brillante, como si sólo fuera un estudiante de secundaria.
Isabelle volvió a quedarse atónita ante su guapura.
Cedar siempre se veía muy guapo. No había ni una sola vez en la que no tuviera buen aspecto.
Se acercó al respaldo del sofá y extendió la palma de la mano para tocar la cara de Isabelle.
"Vamos. Te llevaré de compras".
Isabelle se levantó y dijo: "Me apetece comer un poco de pastel".
"Estabas muy llena de haber comido antes. ¿De verdad puedes comer más?".
Isabelle pudo oír la burla en su tono.
"Pi