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Capítulo 5

Cuando María abrió los ojos nuevamente, lo primero que vio fue el techo blanco, y un fuerte olor a desinfectante entró en sus fosas nasales. Una enfermera empujó el carrito de herramientas y, al verla despertar, se acercó rápidamente, emocionada. —¡Señora Pérez, por fin ha despertado! —No sabe cuánto se preocuparon el presidente Alejandro y Diego mientras estuvo inconsciente. No solo no durmieron en días, sino que trajeron a los médicos más prestigiosos de la ciudad para que la atendieran. Además, para pedir por su bienestar, fueron a la Capilla del Refugio Sagrado fuera de la ciudad a rezar. —¡Subieron los 999 escalones, uno a uno, arrodillándose en cada peldaño, y hasta llegaron a ser tendencia en redes sociales! Dicho esto, la enfermera le mostró el teléfono. En el video, Alejandro y Diego subían de rodillas por los escalones hacia la Capilla del Refugio Sagrado. La Capilla del Refugio Sagrado era conocida por su poder, y por eso muchas personas subían de rodillas a rezar. Sin embargo, era la primera vez que alguien veía a padre e hijo rezando juntos. Por eso, mucha gente sacó sus teléfonos para grabar. En el video, mientras subían los escalones con reverencia, lloraban pidiendo que ella despertara pronto. Al ver esto, el corazón de María se llenó de sarcasmo. Si realmente la amaran tanto, ¿por qué la dejaron atrás durante el accidente, protegiendo a Carmen en lugar de a ella? La noticia de que María había despertado pronto llegó a los oídos de los dos, quienes no tuvieron tiempo ni de atender sus heridas y se apresuraron a conducir de regreso desde fuera de la ciudad. Entraron rápidamente en su habitación de hospital. Y la abrazaron con fuerza. María vio otra vez la pérdida de control de aquel hombre, pero esta vez, junto a su hijo. Mirando los ojos rojos y el cuerpo tembloroso de padre e hijo, ella no sintió ningún tipo de emoción. Solo sintió indiferencia. ¿Acaso no era mejor estar muerta? Ellos podían formar su familia con Carmen, como siempre desearon. ¿No era eso lo que querían? ¿Por qué tenían que seguir actuando frente a ella? Padre e hijo lloraron durante mucho rato, hablaron mucho, pero ella no mostró ninguna reacción. Finalmente, se apartaron de ella, sorprendidos por la calma en su rostro y la burla en sus ojos. Quizá recordando lo sucedido en el accidente, Alejandro rápidamente intentó explicarle que esa vez, la razón por la cual se apresuró a proteger a Carmen fue porque ellas dos vestían exactamente igual. Por eso, en un impulso, los confundió y pensó que Carmen era ella. —Mari, lo siento mucho. Fue solo un error, te lo juro, no volverá a pasar. —Sí, mamá. Prometo que no te confundiré con Carmen la próxima vez. ¿Nos perdonas? Padre e hijo levantaron las manos, haciendo una promesa. En ese momento, María se sintió agotada. La mentira estaba tan repetida que hasta ellos mismos parecían haber llegado a creerla. Cerró los ojos con cansancio, sin ganas de escuchar más mentiras. La ropa que llevaba ese día y la de Carmen eran de estilos completamente diferentes, y además, en el momento del accidente, ellos gritaban el nombre de Carmen. Alejandro, Diego, si van a mentirme, al menos deberían hacerlo mejor. ¿Por qué ni siquiera pueden mentir correctamente? No dijo nada, solo se giró, dándole la espalda a ellos y dejando que las lágrimas siguieran su curso. Al ver su reacción, padre e hijo decidieron no seguir insistiendo. Pensaron que estaba cansada y, en silencio, salieron de la habitación. Durante los siguientes días, ya fuera por culpa o por sentirse inseguros, padre e hijo no se separaron ni un momento de ella. Carmen llamaba constantemente, pero Alejandro siempre colgaba. El largo silencio hizo que Carmen comenzara a ponerse nerviosa, y comenzó a tomar medidas contra María. Una foto tras otra comenzó a llegar al teléfono de María, acompañada de un video. Aunque ya sabía que ellos tres tenían una vida juntos. Las fotos seguían siendo dolorosamente deslumbrantes. La primera foto mostraba a Alejandro, de pie frente a una ventana, abrazando a Carmen con ternura, mientras fuera, los fuegos artificiales iluminaban el cielo. El cuello de Carmen estaba lleno de marcas de besos. La segunda foto mostraba a Diego profundamente dormido en los brazos de Carmen, con su mano aferrándose fuertemente a su manga, como si temiera que ella lo dejara. La tercera foto era una selfie en un restaurante. Alejandro, Diego y Carmen estaban sentados juntos, tan íntimos como una familia. La cuarta foto los mostraba jugando con nieve, haciendo muñecos de nieve, con sonrisas llenas de felicidad en sus rostros. ... Y finalmente, en el último video. En una fiesta de cumpleaños. Alejandro y Diego besaban la mejilla de Carmen. Alejandro decía: —Cariño, feliz cumpleaños. Diego decía: —Mamá, feliz cumpleaños.

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