Capítulo 15
Javier ya se había preparado para ser rechazado por María, pero no esperaba que ella respondiera de esa manera.
Javier se quedó sorprendido por un momento, un destello de alegría cruzó por sus ojos.
—Está bien, vámonos ahora mismo.
En Casa Fernández, María observaba a través de los ventanales a una niña pequeña abrazando un oso de peluche.
Un destello de compasión cruzó por sus ojos.
En el mundo de la misión, había visto a muchos niños.
Su propio hijo, Diego, que nunca había carecido de amor paternal ni materno, siempre tenía el rostro lleno de vida y sus ojos brillaban con luz.
Los niños del orfanato, aunque habían perdido a sus padres, contaban con la directora y muchos maestros que les brindaban amor. Además, personas bondadosas los visitaban semanalmente para jugar con ellos, por lo que no les faltaba cariño.
Pero ninguna niña era como la que estaba frente a ella, cuyos ojos carecían de brillo y que se encogía de miedo en una esquina abrazando su oso de peluche.
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