Capítulo 50
Sergio levantó la cabeza, y escuché su voz infantil y cautelosa preguntándome: —Papá, ¿soy realmente tan molesto?
Mi corazón se encogió, como si alguien lo apretara con fuerza.
—Sergio, eres el niño más bueno del mundo, nadie podría encontrarte molesto.
—¿Entonces por qué mamá...
Sergio se detuvo a mitad de la frase, cubriendo su boca con ambas manos.
—¿María se molestará?
Aunque la puerta del baño estaba bien cerrada, Sergio todavía se preocupaba de que su voz se escapara.
¿Cómo podría alguien no querer a un niño tan dulce y considerado?
Le di unas palmaditas en el hombro, tratando de consolarlo: —Siempre habrá personas que no te aprecien en este mundo, no tienes que preocuparte por ellas. Algunas personas simplemente no están a la altura para ser tu madre.
Sergio parecía medio entender, no comprendía del todo lo que significaba no estar a la altura.
Solo sabía que se sentía menos seguro.
Observando su dulce rostro asentir con inocencia, sentí que mi corazón se desbordaba.
¿Cómo podrí
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