Capítulo 26 Debemos estar alerta para que no se salga con la suya
Después de que Baldomero habló, sus ojos oscuros como el carbón se clavaron intensamente en Ariadna.
Los ojos de Baldomero eran extraordinariamente bellos, con la forma característica de unos "ojos fénix", pero su presencia era tan imponente que su nobleza venía acompañada de una cierta distancia.
En ese momento, esos ojos se fijaron tan intensamente en Ariadna que ella no tuvo más opción que mirarlo a los ojos.
Además de sus ojos cautivadores, las demás facciones de su rostro también eran perfectas; cada una por separado era impresionante, y juntas formaban una belleza excepcional.
Esa cara, incluso si Ariadna no fuera una persona especialmente obsesionada con la apariencia, la haría detenerse y mirarla por varios segundos.
Sin mencionar su aire noble y frío, que, aunque estaba pidiendo algo, no perdía su autoridad ni dejaba que su energía se viera disminuida.
Ariadna tuvo la sensación de que, si no aceptaba, Baldomero no la dejaría en paz tan fácilmente.
¿Debería dejars
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