Capítulo 919
Este golpe impactó directamente en el punto de presión de la mano de Carlos.
Ana sintió de inmediato una sensación de mareo, como si toda su fuerza se drenara por completo.
No podía permitir que Carlos la tocara.
El dolor distorsionó el rostro de Carlos, y al observar más de cerca, ya se veía sangre brotar de su mano. Al ver a Ana apoyada en el borde de la cama, a punto de desmayarse, Carlos supo que el golpe le había dejado casi sin fuerzas.
—Me has hecho daño, te has ensañado conmigo. Antes nunca me habías tratado así. Mira mi mano, está sangrando, me duele mucho. Cariño, por favor, hazme caso. Te juro que nunca más te haré daño, ¿vale? Solo sé buena, por favor. —Carlos, esforzándose por mantener la calma, trató de consolar a Ana.
Ana permaneció inmóvil, con los ojos cerrados, descansando.
Al ver que Ana no respondía, Carlos creyó que ella se estaba sometiendo a él.
Inmediatamente se acercó y abrazó a Ana.
Ana, débil, intentó luchar un poco, pero su movimiento fue tan
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