Capítulo 662
Un rostro que, sin duda, podría cautivar a cualquier hombre.
No es de extrañar que su hijo estuviera tan preocupado por ella y se resistiera a divorciarse.
Ana, con una expresión serena y distante, afirmó simplemente: —Soy yo.
Alejandro tomó firmemente la mano de Ana, envolviendo completamente la suya en la suya: —Ella es mi esposa.
Esa afirmación, "Ella es mi esposa", provocó un suave movimiento en la mano de Ana.
Él lo dijo con un tono firme, sin vacilar.
Como si el hecho de que ella fuera su esposa lo llenara de orgullo.
También reflejaba su sincero compromiso y la fuerza que estaba dispuesto a brindar.
Antonio, al presenciar esta escena, se sintió profundamente conmovido, pensando para sí que doña García podría estar finalmente tranquila; el señor Alejandro realmente cuidaba de la señora Ana.
Era obvio que estaba defendiendo a la señora Ana frente al señor Narciso.
¿Cuándo había sido el señor Alejandro tan atento anteriormente?
Narciso, con el rostro contorsio
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