Capítulo 403
En la ciudad A, tantas personas con dinero no han podido contratar a Alberto, ¿cómo es posible que Alberto solo haya ayudado a Ana?
Si Ana no hubiera seducido a Alberto, Gustavo no lo creería en absoluto.
—¿Te dijo Ana algo? ¿Es por eso que te comportas así con nosotros?— Diego frunció el ceño, cada vez más convencido de que eso podría ser posible.
Ese desgraciado, se ha vuelto cada vez más desagradable últimamente.
Alberto se dirigió directamente a la asistente en la puerta: —Llama a seguridad.
—Está bien.
Al oír que iban a llamar a seguridad, el color de sus caras cambió de inmediato.
—¡Tú! Abogado Alberto, ¿no estás siendo demasiado?— Diego exclamó, enfadado.
Gustavo observaba cada movimiento de Alberto con resentimiento. Lamentablemente, siendo el abogado más formidable de la ciudad A, su emoción está demasiado bien oculta, imposible de detectar.
No pasaron ni dos minutos cuando apareció el guardia de seguridad del bufete.
Al ver al guardia, el rostro de ambos se oscureció al mismo
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