Capítulo 295
En WhatsApp solo había mensajes de otras personas, sin rastro alguno de un mensaje de Ana.
Esta mujer podía llamarlo "marido" en la cama, pero fuera de ella, se volvía fría e indiferente.
Alejandro frunció ligeramente los labios, se levantó y se acercó a la ventana, mirando la bulliciosa ciudad A, con sus calles llenas de tráfico.
Sin razón aparente, una sensación de molestia lo invadió.
Sacó un cigarrillo. En medio de las volutas de humo, entró un mensaje en su teléfono.
Con el cigarrillo entre los dedos, abrió WhatsApp.
Era Ana.
【Esta noche, la abuela dijo que enviarán la cena desde la casa vieja. ¿Vas a venir a cenar?】
Alejandro no se dio cuenta de que sus labios finos se curvaron ligeramente mientras respondía al mensaje.
——
El viernes, Ana terminó el cuadro de Don Hugo.
Cuando Don Hugo recibió la pintura, restaurada a su estado original, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Anita, tu habilidad para restaurar es increíble! No has tardado mucho y ya está completamente restaurad
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