Capítulo 252
Aunque sus palabras eran tentadoras, en sus ojos se reflejaba una confusión palpable.
De repente, Alejandro recordó algo.
Sin pensarlo dos veces, se quitó el cordón rojo de la muñeca y se lo colocó de nuevo en la mano de Ana.
Sin embargo, Ana no colaboraba.
Se movía constantemente, intentando seducirlo.
La diferencia de fuerza entre ambos era evidente, y Alejandro tomó su mano, logrando colocarle el cordón rápidamente.
En cuanto la cuerda roja rozó la muñeca de Ana, ella dejó de moverse.
Poco a poco, la confusión en sus ojos se desvaneció, dando paso a un brillo que le era propio.
Entonces.
En sus pupilas se reflejó el torso desnudo de Alejandro, emanando una intensa atracción sexual.
Una gota de sudor, producto de su contención,
Resbaló por su frente y cayó justo en el centro del pecho de Ana.
Enfriando su piel.
Ella abrió los ojos de par en par, lentamente.
—¡Tú...
—Casi lograste forzarme. Me has tocado por un buen rato, ¿no crees que es suficiente?
Alejandro esbozó una ligera
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