Capítulo 218
Alejandro escuchó el sonido y al levantar la vista se encontró con una visión seductora que venía hacia él.
La piel de la mujer brillaba como si fuera luminosa.
La mirada que le dirigía era como la de un hada inocente, con una sensualidad pura de la que ni ella misma era consciente.
El agua que se agitaba reflejaba una luz sobre ella.
En ese momento, cualquier hombre en su lugar probablemente sentiría el impulso de cometer un delito, y Alejandro nunca negó que Ana le llegaba al corazón; cada movimiento suyo podía provocarle emociones intensas.
Ana notó que Alejandro no dejaba de mirarla, y se sintió algo confundida por su mirada fija.
¿Había algún problema con su ropa?
Se había mirado en el espejo antes de salir, el diseño era sencillo y el color no era uno que usara frecuentemente, pero no debería verse tan mal.
—¿No me veo bien?—preguntó.
Alejandro sintió un leve ardor en la garganta, tomó un sorbo de vino para calmarse y la miró,—Está bien.
Ana encontró un lugar cómodo para sentarse
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