Capítulo 95
Los flashes de las cámaras capturaban la sombría escena bajo la lluvia, mientras una lona negra se desplegaba para ocultar la devastación.
Todo había terminado así.
Sofia fue llevada en brazos por el médico de regreso a la estación de policía.
Carlos me preguntó si podíamos irnos, y asentí.
Me pasó el paraguas y se agachó para cargarme en brazos.
—Gracias.
Mis pies aún estaban descalzos, y cada paso que daba era como caminar sobre cuchillas.
Después de que el médico me vendara de nuevo, me encontré seca y cómoda bajo las sábanas calientes de la cama, recibiendo fluidos intravenosos mientras Carlos vigilaba a mi lado.
Le pedí a Carlos: —¿Puedes quedarte esta noche?
Sus ojos oscuros se nublaron, tal vez con remordimiento: —Lo siento, María. Fue mi descuido. No te dejaré sola de nuevo.
Con esas palabras, me sentí tranquila y cerré los ojos.
Al día siguiente, cuando desperté en el hospital, pedí a Irene que retrasara mi vuelo un día.
—Solo quiero descansar un día más.
Irene me preguntó: —¿
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