Capítulo 79
Me acerqué a Sofía intentando suavizar mi voz y mi expresión facial para mostrar que no tenía malas intenciones.
La llamé: —Sofía.
Sofía mostró una expresión feroz, gruñendo desde lo profundo de su garganta.
Era como la advertencia de un pequeño animal sin hogar y acorralado.
Creí que Sofía podría entenderme, así que continué acercándome, tratando de calmarla, ya que no era bueno que ella estuviera aquí todo el tiempo.
Primero, mantener esa postura podía interferir con el personal médico, y además, dormir aquí podría enfermarla.
—No tengo malas intenciones, ¿me recuerdas? Nos hemos visto antes.
El recelo y la guardia en los ojos de Sofía se suavizaron un poco, y aproveché para extender lentamente mi mano hacia ella.
—¿Puedes venir aquí? Déjame ver.
Al ver que su expresión se relajaba, me atreví a acercar mi mano lentamente.
En un segundo, su expresión cambió repentinamente, asustada, y me mordió fuertemente en el dorso de la mano.
—¡Ah!
La mordida me tomó por sorpresa y grité de dolor.
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