Capítulo 57
Tomo casualmente el vaso de agua a mi lado para humedecer mi garganta seca.
El tercer día llega rápidamente y finalizo mi embalaje para el viaje. Estoy sentada en el salón esperando a alguien.
El timbre suena y me levanto para abrir la puerta.
Una mujer de unos treinta años, de piel morena y rasgos definidos, que lleva consigo una sencilla maleta.
Me saluda con una sonrisa sincera: —Usted debe ser la señorita María, hola, llámeme Pilar.
Le entrego unas zapatillas limpias que he preparado: —Hola, Pilar, gracias por cuidar de mi madre estos días.
—¿Quién ha venido?
Pregunta Silvia desde el salón.
Tras explicarle quién es Pilar, Silvia inevitablemente me regaña por gastar dinero innecesariamente.
Ignoro sus preocupaciones y llevo a Pilar a su habitación, que está junto a la de Silvia: —Pilar, aquí está tu habitación, ya está todo preparado para ti.
Pilar agradece y entra con su equipaje para instalarse.
Una vez que todo está listo, tomo mi maleta y me despido. Silvia, desde la puerta,
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