Capítulo 54
Carlos me mira con los ojos entrecerrados, su profunda decepción es evidente.
—¿Cuándo te convertiste en esto?
¿En qué me he convertido? ¿Ya no encajo en la imagen de alguien comprensiva y dulce que tenías en mente?
—¿Qué pasa conmigo? Isabel ha amenazado seriamente mi vida.
Carlos frunce el ceño con intensidad: —Pero tú sabes que ella...
—Sí, lo sé.
Mis manos bajo la mesa están apretadas en puños.
Sí, lo sé, pero no tengo otra opción.
La voz de Carlos tiembla ligeramente, apretando los dientes: —¿Por qué no confías en mí? Yo puedo manejarlo.
Mi risa es cínica y burlona: —¿De qué sirves? Si fueras útil, Isabel no habría aparecido en mi casa. Al final, todo esto es por tu culpa, ¿no? Si no me hubieras seguido molestando, Isabel no habría venido y yo no habría tenido que actuar contra ella.
Las emociones cambian rápidamente en los ojos de Carlos, sus pestañas ligeramente húmedas ocultan una mirada complicada, evitando verme.
No replica, permanece en silencio por un largo tiempo, y cuando
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