Capítulo 45
Di media vuelta para irme.
Cristina, con una sonrisa tenue, avanzó y, cogiendo su bolso, se acercó a Carlos: —Carlos, mira lo delgado que estás. Ven a casa conmigo.
Carlos frunció el ceño y apartó las manos de Cristina de sus mejillas.
—¿Qué haces aquí?
—Ven a casa, sigues siendo mi hijo.
Carlos retrocedió, sus ojos desprovistos de cualquier calidez. Se arregló el cuello de la camisa que estaba desordenado y dijo: —Mamá, no volveré.
Algo no estaba bien.
Carlos siempre había mostrado mucho respeto por sus padres, no tenía sentido que tratara a Cristina con tanta frialdad.
Me oculté detrás de unas plantas en el pasillo, intentando disminuir mi presencia.
Quería seguir escuchando su conversación, esperando descubrir algún secreto.
Cristina se acomodó el cabello y, con una expresión feroz, agarró el cuello de la camisa de Carlos: —¡Carlos! ¿Acaso no somos tus padres los que te criaron?
La mirada que Carlos dirigió a Cristina estaba cargada de indiferencia y una tristeza sutil.
—Gracias
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