Capítulo 25
Me sentí aliviada: —Eso es bueno.
El restaurante estaba decorado en un estilo tradicionalmente elegante, con un músico contratado tocando melodías suaves en el patio central.
Llevé a José por unas escaleras serpenteantes hasta una mesa junto a la ventana en el tercer piso.
Antes de salir, me aseguré de llevar el regalo que Silvia me había encargado traer. Con un empujón de mi dedo, deslicé la bolsa de papel hacia José.
Él levantó una ceja, como preguntando qué era eso.
—Es un recuerdo que mi madre te envió.
Desempacó la caja y el aroma a madera tallada llenó el aire.
—Dale las gracias de mi parte, me gusta mucho.
El menú del restaurante presentaba platos únicos de Monteluz, y dado su ubicación y la calidad del servicio, los precios eran naturalmente altos.
José abrió el menú y bromeó: —Parece que vas en serio.
—Debería agradecértelo, sin tu ayuda no habría podido completar ese proyecto.
Comer con José siempre era un placer; era articulado, su tono era calmado y cu
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