Capítulo 100
Le entregué la tarjeta de la habitación a Carlos y le di las gracias.
Carlos parecía querer decir algo más, pero al final no dijo nada frente a mi mirada calmada y distante.
Me recosté en la cama, mirando fijamente el techo blanco.
De repente, el sonido de una videollamada rompió el silencio. Al ver que era José quien llamaba.
Deslicé el botón verde para contestar, apareció el rostro elegante de José en mi teléfono: —María, ¿te lastimaste en Pueblo del Valle?
Todavía no había informado a Susana sobre esto, ¿cómo sabía José tan rápido?
Asentí con la cabeza: —Es solo una pequeña herida.
Su voz grave resonó a través del altavoz: —Lo siento, no debería haberte asignado ese proyecto.
Negué con la cabeza: —Si tenemos que culpar a alguien, solo sería mala suerte.
—Voy a considerarlo un accidente laboral, escribe un informe y te daré días libres.
José en la pantalla volvió a ser el de siempre, un caballero elegante. Sus ojos ya no reflejaban dolor ni recuerdos.
Esta era la primera vez des
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