El Alfa Anthony se quedó mirando fijamente por un momento, preguntándose qué estaba mirando. ¿Era una persona o un fantasma? Finalmente, su cerebro entró en acción. Registró que era una niña y que los otros miembros de la manada que estaban allí con ella la rodeaban de manera protectora. ¿Quién era ella? ¿Por qué la protegían tanto?
Alguien exclamó: “Es nuestra pequeña Luna. Está viva. ¿Cómo? Todos vimos cómo se llevaban su cuerpo”. El resto de la manada comenzó a migrar hacia esta personita. A ninguno de ellos parecía importarle que su Alfa acabara de perder un desafío y muriera. A nadie le molestaba el hecho de que tuvieran una nueva Alfa y pertenecerían a una nueva manada. Era como si se sintieran atraídos por ella.
—Padre, ¿qué diablos les pasa? —preguntó el Alfa. Su padre permaneció callado y atento.
Roman y Jacob habían llegado a nuestra pequeña unidad y Roman habló con el resto. “Tu Luna está viva. Viste lo que queríamos que vieras para mantenerla a salvo de Alpha John. La mantu