Capítulo 40
—José, si no sabes hablar, mejor cierra la boca o vuelve pronto a Ciudad Luz.
—dijo Francisco con el rostro sombrío.
—Papá, soy el ministro de Salud, entiendo más de medicina que tú. Cualquier medicamento necesita verificación clínica antes de ser administrado; esas son las reglas —respondió José.
—Esas estúpidas reglas no aplican aquí. ¡Tú, como ministro de Salud, no me mandas! Yo confío en el señor Vicente.
Francisco estaba furioso, temiendo que José, con su actitud, pudiera ofender a Vicente.
Vicente, tomando su café, sonrió sin decir palabra.
—Hermano, mejor habla menos, no hagas que papá se enfade.
—aconsejó Isabel, haciendo señas a José continuamente.
Finalmente, José giró su cabeza y se quedó callado.
—Señor Vicente, espero no le importe lo que acabo de sugerir —preguntó Isabel.
—Una vez que la receta se ha entregado al anciano, es suya. Cómo la usen o si deciden no usarla, es asunto suyo —dijo Vicente, poniendo su taza de café.
En ese momento, la secretaria de Isabel llamó a
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