Capítulo 31
—Señora Julia, no he terminado de hablar.
—Por favor, continúe.
Julia mostraba un gesto de desagrado mientras pensaba para sí misma: "¿No son suficientes catorce millones de dólares?" "¿Realmente desean aumentar el precio a su antojo?"
—Yo curo a las personas según mi estado de ánimo. Si me apetece curar, no me importa hacerlo gratis. Pero si no tengo ganas, no me interesa si se trata de un multimillonario o un alto funcionario; por más dinero que ofrezcan, puedo dejarlos sin ayuda.
—Hoy, de hecho, estoy de buen humor y además, por respeto a Isabel, solo cobraré diez dólares por consulta.
Vicente levantó el dedo índice de su mano derecha.
—¿Cuánto? ¿Uno... diez dólares?
Julia y Beatriz casi no podían creer lo que oían.
—Sí, solo diez dólares —confirmó Vicente con una sonrisa.
Julia se sintió avergonzada de inmediato; sabía muy bien que, con las habilidades médicas sobrenaturales de Vicente, no necesitaba complacerlos.
Aunque Ignacio sea el Ministro de Hacienda, no sería considerado imp
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