Capítulo 163
De lo contrario, rápidamente lo localizarán. Con su fuerza actual, enfrentarse a los enemigos de Sabio sería sin duda como lanzar un huevo contra una roca, una muerte segura.
Por su propia seguridad, Vicente debe ser cauteloso.
Isabel guardó su teléfono, se demoró fuera de la habitación del hospital un rato y luego entró.
Héctor, incapaz de esperar, preguntó:—¿Cuándo viene el doctor Vicente?
Héctor sentía un leve picor en su cuerpo, con pequeñas manchas rojas que comenzaban a aparecer en sus brazos, una señal de que la erupción venenosa estaba a punto de ocurrir, y estaba aterrado.
—Por favor, salgan, quiero hablar a solas con la señorita Teresa un momento.
Isabel le respondió.
—Dinos directamente, ¿viene o no? ¿Puede curarla? ¿Por qué nos estás sacando?
Héctor agarró el brazo de Isabel y presionó por respuestas.
—¡Héctor! Ten modales.
Aunque Teresa estaba en su lecho de enferma, su autoridad estaba intacta, y su única orden hizo que Héctor soltara su brazo, sin atreverse a decir má
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