Capítulo 85

Bruno, ya algo mareado por la pérdida de sangre. Casi perdió el equilibrio cuando Marta se lanzó a sus brazos. Tuvo que dar unos pasos atrás para evitar caer al suelo. Marta, alarmada, dejó de llorar y lo miró con desconcierto: —Bruno, ¿estás bien? Bruno apretó los dientes y, con tono áspero, respondió: —No estoy muerto, ¿por qué lloras? ¿Qué está pasando aquí? Ante su actitud fría, Marta no se atrevió a acercarse más. Se secó las lágrimas y, con voz quebrada, explicó: —Carmen no deja de pensar en Pablo. Desde que dijiste que no podía venir, ella ha estado llorando todo el tiempo. Pablo es su nieto, lo vio crecer desde pequeño. No puedes simplemente impedir que se vean. ¿Cómo crees que lo va a aguantar? Bruno, por favor, deja que Pablo la vea. Me temo que se va a enfermar si no lo haces. Al escuchar estas palabras, Bruno frunció el ceño con dolor. Si Carmen estaba tan afectada por la ausencia de su nieto, ¿cómo habría estado Alicia cuando no podía ver a su hijo? Recordó cómo