Capítulo 28
Unos días después.
Alicia apenas había entrado en su oficina cuando vio sentada en una silla a una persona que conocía demasiado bien.
Alguien a quien había querido agradecer desde su infancia.
De niña, pensaba que Carmen era como las amables madres de las películas.
Gracias a su patrocinio, el orfanato donde creció había mejorado sus condiciones de vida.
Pero más tarde, Alicia descubrió la verdadera cara detrás de esa amabilidad aparente.
La mirada de Alicia se detuvo en Carmen por unos segundos antes de hablar con tono neutral: —¿Necesita algo de mí?
Carmen se levantó de inmediato, se inclinó y acarició la cabeza de Sofía.
—Esta es tu hija, ¿verdad? Es tan hermosa como tú.
Alicia forzó una sonrisa: —Gracias.
Carmen tomó una muñeca y se la ofreció a Sofía con voz suave: —Esto es un regalo para ti, ¿te gusta?
Sofía miró la muñeca y justo cuando estaba a punto de tomarla.
Levantó la vista hacia Alicia.
Sus grandes ojos brillantes parpadeaban, como si estuviera buscando la
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