Capítulo 98
El jefe Adolfo acababa de hablar.
Un puño, acompañado de un silbido cortante, golpeó su mejilla.
“Thud”.
Un sonido sordo.
El jefe Adolfo solo sintió que su cabeza había sido golpeada con un martillo, y cayó recto al suelo.
Más de treinta guardias vieron caer al jefe Adolfo y quedaron como congelados.
Mirando fijamente.
Todos estaban atónitos.
Braulio dijo fríamente:—El que no quiere vivir eres tú.
Este es el taller de nuestra empresa, llévate a tu gente y lárgate.
El jefe Adolfo se levantó tambaleante, intentando estabilizarse, pero estaba mareado y retrocedió varios pasos.
Hasta que algunos guardias se acercaron a ayudarlo.
Apenas pudo mantenerse en pie y, tocando su mejilla golpeada, aspiró aire frío por el dolor:
—¿Te atreves a golpearme?
Muy bien, estás acabado. Si hoy no te dejo inválido, renunciaré a la Asociación La Hermandad Oscura.
¡Ataquen todos juntos!
¡Golpéenlo hasta matarlo!
Al caer su voz, los guardias detrás de él se lanzaron hacia Braulio.
El primer guardia era corpule
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