Capítulo 382
La mirada de Braulio se volvió de repente fría, y su pierna derecha salió disparada como un rayo.
El líder de seguridad apenas había levantado el puño.
Su cuerpo fue impulsado hacia atrás.
¡Crack!
El líder de seguridad cayó sobre una silla, y la silla, junto con él, se estrelló contra el suelo.
Se retorcía en el suelo, sujetándose el abdomen, con el sudor cubriéndole la frente por el dolor, incapaz de articular ni una palabra debido al sufrimiento.
Varios de los guardias se detuvieron aterrados, retrocediendo unos pasos.
La situación pronto atrajo la atención de muchas personas.
Cuando Mónica entró, vio la escena y su rostro cambió al instante. Se acercó a Sara y le dijo:—¿Tú... cómo permitiste que él viniera?
Sara, sin entender, respondió:—¿Qué pasa?
¿No puede venir él?
Mónica frunció el ceño, su mirada llena de preocupación, y con voz baja comentó:—Está bien que venga, pero ¿cómo dejaste que causara problemas aquí?
Sara sintió que Braulio estaba siendo injustamente acusado:—No fue
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