Capítulo 284
Silvia escuchó a Jorge y se sintió aliviada: —Jorge, te espero.
Estoy justo en la entrada de Grupo Díaz.
La voz de Jorge sonó en el teléfono, advirtiéndole: —Cuida tu seguridad, no te muevas, solo quédate en el coche.
Silvia sintió que había encontrado un apoyo y se sintió más tranquila: —Jorge, cuelgo, ten cuidado en el camino y conduce despacio.
Colgó el teléfono.
De repente, sintió un dolor punzante en el trasero que la hizo moverse inquieta.
Sintiendo que algo no estaba bien, se desabrochó cuidadosamente los pantalones para ver la herida, temiendo que hubiera alguna raspadura.
Pero el lugar era demasiado complicado de ver.
Se giró con esfuerzo, estirando el cuello, pero aún así no podía verlo.
Finalmente, tuvo una idea y sacó un espejo, usándolo para observar.
Vio que su trasero estaba más redondo y erguido, al menos medio centímetro más que de costumbre.
Su piel suave y tersa estaba muy roja, como si estuviera inflada como un globo; parecía que un ligero toque
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