Capítulo 232
Plop.
Plop.
Apenas Pablo terminó de hablar, los dos combatientes que amenazaban a Sergio y Elena con cuchillas cayeron de rodillas al suelo.
Ambos se llevaron las manos al cuello, de donde la sangre comenzó a brotar a través de sus dedos, como si un tubo de agua se hubiera roto.
El líquido escarlata salpicaba a varios metros de distancia.
Junto a los dos combatientes estaba una mujer de extraordinaria belleza, con una figura despampanante, vestida con pantalones ajustados que resaltaban sus largas piernas, tan blancas que deslumbraban.
Sin embargo, su rostro estaba cargado de una frialdad mortal, y las cuchillas en sus manos estaban manchadas de rojo; la sangre goteaba de ellas lentamente.
Parecía una diablesa.
Fría.
Letal.
David le había recomendado a Esther como asistente en varias ocasiones.
Sin embargo, él siempre había creído que no era necesario; pensaba que podía manejarlo todo solo.
Pero esta vez, al saber que sus padres habían sido secuestrados, preocupado
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