Capítulo 93

Parece que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que monté en bicicleta. —Una bicicleta,—señalé hacia un lado. Ahora se pueden alquilar bicicletas y, con solo pagar, puedes montarlas. Mario fue a buscar una, y yo también saqué el teléfono para alquilar una, pero él me detuvo,—Has bebido, no puedes montar. —¿También controlan la ebriedad al montar en bicicleta?—pregunté, inclinando la cabeza. —Sí, lo controlan, y además...—Mario me tomó del brazo. No como Alejandro, que siempre me apretaba hasta hacerme daño; el gesto de Mario era suave.—Has bebido, montar en bicicleta es peligroso. Tan gentil como el jade, esa frase parece hecha para Mario. Sonreí,—¿No estás tú aquí? —Si quieres montar, podemos hacerlo otro día juntos, pero hoy no. Yo te llevo,—Mario me guió hacia la bicicleta que había alquilado. Mario se subió a la bicicleta y me hizo sentarme en el asiento trasero.—Carmen, agárrate bien, no te vayas a caer. Me aferré a su ropa en la cintura.—Está bien. La brisa nocturna nos env