Capítulo 396
Hablaba con tanto esfuerzo que mis lágrimas cayeron de repente.
He visto muchas facetas de José, siempre orgulloso y erguido, nunca tan vulnerable.
—No llores, Carmi... no llores.— José intentó levantar su mano para secar mis lágrimas.
Sujeté su mano y me limpié las lágrimas con mi propia ropa.
¡Espera!
La ropa no era mía, era de Alejandro.
Me sacaron del hotel vistiendo solo un pijama y, al subir al coche, él me ofreció su chaqueta.
Quería rechazarla, pero solo llevaba una camisola y realmente no podía mostrarme así en público, así que acepté y la he llevado desde entonces.
—Está bien, no lloraré.— Levanté mi rostro, ya sin lágrimas, y forcé una sonrisa amarga.
José me observó con una mirada tierna pero cargada de complejidad, lo cual también me inquietaba. Aprieto su mano con más fuerza, —Señor José, usted se recuperará, tiene que hacerlo.
—Sé cómo estoy.— José hablaba con debilidad, sus palabras apenas audibles.
Ha pasado por tanto en su vida, siempre lúcido y sensato.
—Carmi, te pa
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