Capítulo 357
Así que todo fue solo una ilusión mía, incluso las palabras de papá no eran más que alucinaciones auditivas.
Ellos ya me habían dejado, se fueron hace diez años.
¿Cómo podría aún escuchar sus voces?
Permanecí allí, desolado, mientras la última luz desaparecía por la ventana, sumiendo toda la casa en la oscuridad, y la tristeza de haber perdido a mis padres y no poder volver a verlos finalmente me abrumó.
Esa noche, no dormí bien; soñé con mis padres todo el tiempo.
Cuando desperté, me sentí completamente exhausto, como si hubiese realizado un trabajo físico agotador.
Intenté levantarme, pero sin éxito.
En ese momento, repentinamente me di cuenta de que estaba enfermo, me toqué la frente con la mano y noté que estaba caliente.
—Carmi, ¿ya despertaste?— se oyó la voz de Adrián desde fuera de la puerta.
Intenté responder, pero mi voz salió ronca y mi garganta dolía como si hubiera tragado cuchillas.
No tuve más remedio que tomar mi celular para enviarle un mensaje: estoy enfermo, toma las
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