Capítulo 170

Sentí claramente que el cuerpo de Adrián tembló un poco; probablemente no esperaba que yo lo besara. Sin embargo, al siguiente segundo, su mano se posó en mi cintura, y en ese momento me alejé de sus labios, sonriendo: —Te premio por comportarte y ponerte la inyección. Al decir esto, de repente recordé a Alejandro cuando estaba enfermo y le ponían inyecciones; le tenía tanto miedo que prefería sufrir a ir al hospital. Para él, las inyecciones eran como un tormento; se comportaba como un niño, casi a punto de llorar. Siempre tenía que convencerlo durante mucho tiempo, como si estuviera tratando con un niño, cubriendo sus ojos durante la inyección, e incluso le dejé morder mi brazo cuando la aguja se hundía en su piel. Así que, cada vez que Alejandro terminaba una inyección, yo respiraba aliviada, como si hubiera completado una misión. Después de cada inyección, él siempre pedía un premio, ya fuera que le bailara, le cantara o le comprara algo. De alguna manera, cada vez que Alejandro e