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Capítulo 3

Frank estaba durmiendo la siesta en el coche de Trevor cuando sonó su teléfono, despertándolo. Al ver que era Helen, contestó y enseguida la oyó preguntar fríamente: "Frank, ¿estás ahora mismo con el Señor Zurich?". Frank miró a Trevor, que estaba sentado a su lado. "Sí". Helen respiró hondo para calmar su subida de tensión. ¡Parecía que Peter no mentía! "Me decepcionas, Frank", ella gruñó. "Si estás enojado, puedes decírmelo a la cara. ¿Por qué apuñalar a mi familia por la espalda?". Frank se frotó la sien mientras respondía: "¿Me creerías si te dijera que no lo hice?". "¡¿Entonces por qué el Señor Zurich se iría justo después de llegar a mi puerta?!", Helen preguntó. "¡También anuló nuestra alianza!". "La decisión de Trevor es suya y no tiene nada que ver conmigo". Convencida que Frank era un cobarde y no quería admitirlo, Helen se quedó furiosa y gruñendo a cada palabra. "Realmente me decepcionas". La voz de Frank también se tornó fría. "Parece que lo único que te importa es lo que quieres creer y no la verdad real. No tengo ni idea que te dijo Peter ni estoy dispuesto a darte explicaciones. No vuelvas a molestarme con cosas así más nunca". Y con esas palabras, colgó, con las venas del dorso de la mano palpitándole mientras sus ojos brillaban fríamente. Pensar que Helen nunca había confiado en él, ni siquiera después de tres años de matrimonio, culpándolo a base de especulaciones. ¡A lo mejor ella también creía de verdad que era un parásito! A su lado, Trevor podía decir con certeza que la llamada era de los Lane. Preguntó tímidamente: "¿Arreglo las cosas, Señor Lawrence?". Frank suspiró y le hizo un gesto con la mano. "Olvídalo. Vamos a distanciarnos de ellos de ahora en adelante". No se atrevía a destruirlos aún, así que podían pudrirse por lo que a él le importaba. - Pronto, el Rolls-Royce de Trevor entró lentamente en la villa de los Turnbull. Un sirviente, que parece haber sido avisado de su llegada, los recibió y los llevó a la sala de estar. Después de traerles té, les dijo: "Descansen las piernas un momento, caballeros. Le informaré al Señor Turnbull de su llegada". Después que el sirviente se diera la vuelta y subiera, Frank miró a su alrededor y murmuró en voz baja: "Realmente no hay muchos sirvientes por aquí, ¿cierto?". "No debería subestimarlos, Señor Lawrence", Trevor le dijo. "Walter no es más que el representante de los Turnbull en Riverton, mientras que la mayor parte de su influencia está en Morhen". "Su heredera, Vicky, es extraordinaria. Ella estableció un conglomerado comercial transnacional sin ayuda de nadie hace cinco años y acumuló miles de millones en riqueza. También es aprendiz del gobernador de Riverton y una prodigio de las artes marciales. Ella sería una élite entre los jóvenes de Riverton si no fuese por su enfermedad". Frank dio un sorbo a su té y se rio. "¡Realmente piensas muy bien de ella! ¿Cómo se compara con Helen?". "¡Jaja!", Trevor se rio, sin contenerse ya que Frank y Helen estaban divorciados de todos modos. "Eso es como comparar a un lobo con una simple oveja". Justo entonces le vino una idea, y Trevor sonrió. "Por cierto, Señor Lawrence, usted es un caballero con dignidad, sabiduría y compasión, mientras que la Señorita Turnbull es una belleza deslumbrante y además con ingenio. Si se casan, será un matrimonio profundo, y yo, Trevor Zurich, estoy dispuesto a ser quien se lo garantiza". "¡Gak!". Frank casi se atraganta con el té y fulmina a Trevor con la mirada. "Preocúpate por ti, no por mí". Trevor se rascó la cabeza torpemente, sorprendido que Frank se mostrara totalmente desinteresado. Justo entonces, oyó unos pasos apresurados y se levantó de inmediato para saludar al hombre que se acercaba a ellos. "Señor Turnbull". Walter le tendió la mano a su vez y le preguntó emocionado: "Trevor, viejo amigo... ¿Dónde está ese curandero milagroso del que me hablaste?". Trevor no tardó en presentarlo. "Este es él, Frank Lawrence. Ha estado entrenando recluso en el polo sur, y sus habilidades como sanador son extraordinarias". La sonrisa de Walter se endureció al ver lo joven que Frank se veía. "¿Es broma Trevor? ¡Es tan joven!". "Nunca le mentiría, Señor Turnbull", Trevor le dijo con solemnidad. "Si Frank tampoco logra curar a su hija entonces nadie podrá". Aunque Walter estaba totalmente escéptico de Frank, no tenía más remedio que intentarlo, sobre todo cuando Trevor lo respaldaba. "En ese caso, por favor, venga conmigo Señor Lawrence". "Adelante, Señor", Frank dijo sencillamente, y él y Trevor siguieron a Walter hasta una habitación del segundo piso. Dentro, Frank encontró a una joven tumbada en la cama. Era exactamente la belleza deslumbrante que Trevor había descrito, con una piel clara e impecable, una mirada clara y húmeda y un rostro cautivador. Aunque se veía delgada y enferma, no podía ocultar su arrogante presencia, que en realidad realzaba su belleza. Junto a su cama había una mujer vestida de negro, que parecía ser su guardaespaldas. Walter se apresuró hacia su hija, asegurándole: "Vicky, Trevor acaba de conseguirte un sanador. Esta vez de seguro te ayudará". "Muchas gracias, Señor Zurich". Vicky forzó una sonrisa, pero conocía su condición mejor que nadie. Después de todo, había tenido incontables consultas con otros curanderos en los últimos cinco años... y ninguno la había ayudado. Por eso tampoco puso sus esperanzas en Frank. En todo caso, su gratitud era una mera formalidad. "Está exagerando, Señorita Turnbull". Trevor sonrió y se giró hacia Frank. "Ahora está en sus manos, Señor Lawrence". Frank asintió, perfectamente cómodo mientras se acercaba para sujetar la muñeca de Vicky. Vicky lo miró dos veces, sorprendida que fuera tan joven, y observó cómo el ceño de Frank se arrugaba y se relajaba intermitentemente. Después de un rato, preguntó: "¿Practica con frecuencia artes marciales, Señorita Turnbull?". "Entrené un poco con mi mentor, sobre todo por mi salud", Vicky respondió en voz baja. "¿Hasta qué punto?". Vicky frunció un poco el ceño. "Iniciada. ¿Por qué preguntas por eso en vez de por mi estado?". Frank sonrió temporalmente en respuesta. "Porque tu entrenamiento en artes marciales provocó tu condición". "¡¿Qué?!". Todos exclamaron sorprendidos. ¡¿Las artes marciales podían provocar una enfermedad así?! "¡Mentira!". Yara Quill, la guardaespaldas vestida de negro que estaba junto a la cama de Vicky, dijo de repente. "¡Vicky estaba aprendiendo el Golpeador de Rayos, una técnica transmitida en mi clan por generaciones! Si eso causó su enfermedad, ¿por qué iba a estar bien mi padre?". "No todo el mundo está en sintonía con las artes marciales", Frank dijo sencillamente. "La técnica de la que hablas está hecha para hombres y es incompatible para las mujeres. El Ki de Vicky se estancaría, lo que le provocaría el bloqueo de venas y nervios. Además, ella ya llegó al nivel de Iniciada. Aunque es un logro, tiene suerte de solo estar postrada en cama. En casos graves, su físico se vendría abajo al perder todo su Ki, mientras que sus venas se romperían y podrían matarla". Dándose la vuelta para mirar a Yara justo en ese momento, añadió: "Tú también deberías dejarlo. Quedarías paralítica en tres años más o menos si sigues". "¡Cállate!". ¡Yara le dio una bofetada a Frank justo en ese momento! Vicky era como una hermana para ella. Entrenaban juntas bajo la tutela de su padre y estaba constantemente a su lado desde que Vicky enfermó. Yara estaba convencida que Frank estaba abriendo una brecha entre ellas y, obviamente, diciéndole que la técnica de su clan era una farsa. ¡Ella tenía que hacerle entender para calmar el rencor que sentía! "¡Detente!", Trevor exclamó mientras palidecía de la sorpresa. ¡Nunca hubiese esperado que la guardaespaldas de Vicky realmente atacara a Frank! Sin embargo, no estaba preocupado por Frank. En cambio, ¡solo estaba preocupado por la mocosa ignorante!

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