Nicole frunció los labios y no emitió ningún sonido.
Resistirse ahora sería como echarle más leña al fuego.
Ella no era tan tonta.
El otro hombre la miró. Su mirada obscena la evaluaba.
“Hermano, esta mujer tiene una gran figura. ¿Por qué no nos la das para que la probemos? ¡Nunca antes habíamos visto a una Medianense tan hermosa!”.
El rostro de Nicole cambió.
Un escalofrío le recorrió la espalda.
Se sentía impotente como si estuviera esperando el juicio de alguien.
La sensación de caer por las nubes era realmente difícil de soportar.
El hombre alto y delgado resopló con frialdad. “No te engañes. Es útil mantenerla. Voy a intercambiarla por Angie”.
El otro hombre suspiró decepcionado, como si un delicioso manjar se hubiera esfumado.
El hombre que habló al principio estaba furioso.
“¡Mira a esta p*rra! Parece una diablesa. Ni siquiera tiene carne en ese cuerpo. Ella no es tan fuerte y saludable como nuestra Señorita Angie. ¿Qué clase de gustos tienes?”.
El otro hombre abrió