Andrius también se rio.
Los ocho grandes comandantes de los Licántropos habían pasado por el infierno y las aguas altas con él más de una docena de veces. Cada uno de ellos tenía una voluntad de hierro y un temple tan fuerte como una montaña.
Eran orgullosos y arrogantes. Eran muy persistentes.
Si el Segundo Dios de la Guerra pudiera conquistarlos tan fácilmente, Andrius tendría que cambiar su título de Rey Lobo por el de Cachorro Lobo.
Noir continuó: “Por cierto, el Segundo Dios de la Guerra abolió todas las reglas que estableciste e implementó sus propias reglas. Él quiere establecer un nuevo sistema entre los Licántropos”.
“Sin embargo, los ocho grandes comandantes y todos los soldados de los Licántropos se rehusaron a escucharlo. Ellos siguen las reglas que estableciste antes”. El tono de Noir era un tanto burlón mientras le informaba de lo ocurrido a Andrius: “¡Escuché que el Segundo Dios de la Guerra se enojó tanto que terminó hospitalizado!”.
Andrius no pudo evitar reírse.