Capítulo 1281
Julian estaba prácticamente a cargo de todo lo relacionado con la ropa y las salidas de Betty.
Diana se convirtió en una especie de gerente sin manos. Después de terminar de comer, se sentó en su silla, a punto de levantarse y de irse al sofá.
De repente, una fragancia peculiar recorrió el aire: ¡era el aroma del durian!
Miró ansiosa hacia la cocina. Efectivamente, había una habitación llena de durianes maduros y cremosos que le hacían la boca agua con solo mirarlos.
A Julian no le gustaban los durianes; siempre le pareció que tenían un olor extraño. Pero ahora los servían para el placer de Diana.
Se tomó un momento para recordar cómo mencionó recientemente que le gustaban los durianes, pero lo atribuyó erróneamente a las preferencias de Julian. Fue ahora cuando se dio cuenta de su error. Miró a Julian y no pudo evitar pensar que su infinito cariño la malcrió.
Una sonrisa se dibujó en sus labios. "Julian, quiero hablar de algo contigo".
Hoy no solo le entregó toda su fortuna, si
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