Capítulo 37

—¿Qué tal? —preguntó Elena. —¿Así que te gusta lo que yo descarto? —Silvia sabía que el comprador del anillo no se lo devolvería, así que no continuó discutiendo y refutó con total indiferencia. Elena no pudo soportar la rabia que esto le causó, pero aún así se contuvo: —A estas alturas de la vida todavía eres tan terca. ¿No crees que con solo decir una palabra puedo hacer que Diego expulse a tu madre de este hospital? Silvia no le prestó atención a sus tonterías y la pasó de largo para irse. Conocía mejor el carácter de Diego que ella. —Ya no eres la señora Pérez, ¿por qué actúas con tanta arrogancia? —Elena la agarró con fuerza del brazo y la jaló de vuelta: —No olvides que Diego ya te echó de la casa y eliminó todos tus privilegios en ese hogar. —¿Y eso qué? —Silvia era indiferente a esas palabras, hacía tiempo que no le importaban. Elena se quedó sin palabras. Entonces... —Sigues sin cambiar tu costumbre de recoger lo que yo desecho. —Las palabras de Silvia golpearon con más fuerza